DEL ROMÁNICO A LA ACTUALIDAD
Una historia singular
Una ermita, un poblado románico y sus lagares de piedra dominan
una sierra y crean un entorno privilegiado y mágico, donde el legado
vitivinícola queda de manifiesto.
DEL ROMÁNICO A LA ACTUALIDAD
Una historia singular
Una ermita, un poblado románico y sus lagares de piedra dominan una sierra y crean un entorno privilegiado y mágico, donde el legado vitivinícola queda de manifiesto.
Origen de la bodega
Todo empezó a gestarse en la mente de Raül Bobet a mediados de los 80 y principios de los 90, cuando viajando por todo el mundo se dio cuenta de que la viña y el vino se veían afectados por un fenómeno todavía incipiente y desconocido en aquellos tiempos: el cambio climático. Su larga experiencia y sus conocimientos técnicos, lo llevaron a emprender una búsqueda incansable por el Pirineo para encontrar el lugar idóneo en el que plantar viña que le permitiera obtener los vinos anhelados, hoy en día tan reconocibles bajo su nombre.
Castell d’Encus empieza en 2001, después de que el paisaje y la historia de la zona generaran un fuerte impacto personal en Raül Bobet. La finca principal se encuentra entre los 800 y 950 m de altitud, rodeada de bosques y con los vestigios históricos del antiguo poblado medieval de Castilló d’Encus. Posteriormente, se han introducido en el proyecto los viñedos plantados en Santa Engràcia (1.000m) y en Astell (1.230m), que nos permiten jugar con los límites de frescura y sutileza y crear la melodía deseada en el vino.
En poco más de 20 años, la agudeza y la visión de Raül Bobet han convertido Castell d’Encus en una bodega de referencia donde tradición e innovación se unen para crear vinos de alta calidad.
Castilló d’Encús
Un pasado tangible
Las ruinas de un antiguo castillo y de un monasterio perteneciente a los monjes de orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén junto con una ermita, datados del período tardorrománico (siglo XII), permanecen en la finca y explican parte de nuestro pasado.
El punto de inicio es el poblado medieval de Castilló d’Encús (s. X) , enclave que será estratégico para las disputas entre los dos contados del Pallars: el Jussà y el Sobirà. No será hasta el s. XII cuando tomará mayor importancia gracias al traspaso de los territorios a los monjes de la orden de los Hospitalarios de Sant Joan. Esta orden fue propietaria de Castilló d’Encús durante 7 siglos. Con la abolición de los regímenes señoriales (1837) y la desamortización de Madoz (1855), los dominios pasaron al municipio de Talarn. El pueblo quedó finalmente abandonado durante el s. XX.
Tiene especial relevancia para nosotros el período bajo el dominio religioso de Castilló d’Encús. Los monjes de la Orden de San Juan fueron los primeros que vieron el potencial de estas tierras y se convirtieron en los primeros viticultores de la Conca de Tremp. Con esta finalidad, excavaron manualmente en las rocas calcáreas cercanas a Castilló d’Encús un conjunto de 9 lagares, donde fermentaban el vino.
La honestidad y la estima por nuestra tierra y cultura nos empujan a recuperar la historia de Castilló d’Encús y a preservar su valor histórico. Por eso retomamos el uso de los lagares de origen medieval para fermentar una parte de nuestros vinos y el cultivo de la viña en esta zona
Fermentación en la roca
Donde pasado y presente se unen
Actualmente disfrutamos del legado que nos han dejado los monjes hospitalarios de la orden de San Juan, los primeros viticultores de la zona. Conservamos 9 lagares de piedra excavados manualmente en la roca en el s. XII. De éstos, 6 los utilizamos para fermentar algunos de nuestros vinos, haciendo realidad lo que más nos gusta: armonizar la historia con la tecnología y el conocimiento. Usamos levaduras salvajes y fermentación en la piedra para dar importancia a la naturaleza, y así conseguimos vinos honestos y genuinos que reflejan el paisaje.